“Le película tiene su origen en una conversación que oí por la calle. Dos niñas caminaban delante mía, hablando sobre el amor. Una de ellas decía que había leído la definición en Wikipedia, pero aún así no lo entendía”. La risa del público es una mezcla de diversión, incredulidad y algo de preocupación. Así fue como Maria Antón Cabot inició el coloquio de su película, proyectada en el Centro García Lorca dentro de la sección vibraciones del vigésimo quinto Festival Internacional de Jóvenes Realizadores de Granada, mientras las espectadoras y espectadores aún volvían de su viaje visual por el verde del Parque del Retiro, al que nos transportó durante la proyección.
Maria nos cuenta que el rodaje de su película le llevó tres veranos de entrevistas en el emblemático parque madrileño, buscando los testimonios más auténticos y paradigmáticos del amor en la era de Tinder e Instagram. “Las personas que encontramos durante el rodaje nos contaban de una forma muy pura sus vivencias (…) Hay parejas que transmitían la seguridad de querer estar juntas toda la vida, otros que con mucha naturalidad asumían que en un futuro podían no estar juntos”. La directora habló con mucho cariño de todas las personas que aparecen en la película, agradeciendo que compartieran con ella un fragmento de su amor o sus hipótesis sobre él, destacando la ternura adolescente de las niñas que entre risas y vergüenza que hablan sobre las relaciones mientras escuchan canciones de reggaeton, su única fuente de información sobre el misterio del amor y el sexo.
La preocupación inicial del público más joven tras ver la película se disipa. Maria nos compartió su opinión sobre las tecnologías con nosotras, algo que considera una extensión inevitable de nosotros, una herramienta en la cual cada uno puede elegir quién es y cómo quiere mostrarse, o incluso enamorarse. “En este momento en el que las tecnologías parecen algo apocalíptico, he querido contar una historia bonita a través de ellas”. mientras sucede, o mientras sueñan con cómo será.